Sección: Directo a video
Por Alejandro Lingenti

El lanzamiento directo a video de esta película -sobre todo teniendo en cuenta los estrenos comerciales de este año- no hace más que confirmar que debemos resignarnos a que los malos sigan decidiendo. Filmada en el precioso ambiente de la Toscana, “El triunfo del amor” está basada en una obra teatral que Pierre Marivaux concibió en el siglo XVIII, cuando la autoridad del racionalismo se imponía con la virulencia del dogma.

Una galería de personajes tan pequeña como colorida - un filósofo ermitaño, su hermana científica y pacata, un príncipe sin trono y una princesa andrógina- protagoniza una historia de un humanismo desprovisto de clichés: aquí los héroes no son enteramente buenos, la venganza no necesariamente conduce al oprobio y la inocencia no siempre es el camino directo a la felicidad.

Clare Peploe tiene el humor y la gracia que su marido –el venerado Bernardo Bertolucci, en esta oportunidad productor- ha perdido más de una vez: valiéndose de la solvencia de Ben Kingsley y el irresistible encanto de Mira Sorvino -en uno de los mejores trabajos de su carrera- logra construir un film ambicioso, seductor y atrevido en el cual la música de cámara convive armónicamente con los ya clásicos ataques sonoros de la guitarra de uno de los más ilustres dinosaurios del rock, David Gilmour.

A través de un notable trabajo de puesta en escena y montaje, la directora desarrolla una aguda reflexión sobre los diferentes alcances de dos lenguajes diferentes -el cine y el teatro-, pero no evita familiarizarlos. La novedad es que en vez de encarar la tarea con gravedad, lo hace con una ligereza de tono que convierte a todo el asunto en una experiencia sumamente placentera.